Escribo este artículo el 11 de septiembre. El Día Mundial para la Prevención del Suicidio fue el 10 de septiembre. Lo hago un día después porque no quiero que quede en el olvido, no quiero que sea ese día que tenemos que pasar de puntillas hablando de algo que a algunos les incomoda hablar o donde los dirigentes nos comentan lo que se ha hecho al respecto últimamente. Y con ello … ¿hasta el 10 de septiembre de 2023?, ¿de verdad? No es justo para las casi 4000 personas que se suicidan al año en España, para las 11 personas que cada día se suicidan en nuestro país, para el millón de personas que se suicidan en todo el mundo al año, una persona cada 40 segundos. No es justo para ellos, no es justo para los supervivientes del suicidio  (nombre con el que se denomina al entorno de la víctima), que son los que más desamparados se encuentran, y no es justo para nuestra sociedad porque algo estamos haciendo mal si la sociedad sigue sin afrontar tanto sufrimiento mental y emocional.

Es nuevamente necesario hablar de datos, de datos objetivos:

• El año 2020 se convierte en el año con mayor número de suicidios registrados en España desde que existen datos (1906). En total, fallecieron 3.941 personas en el año pasado.
• El suicidio en España es la principal causa de muerte no natural.
• Entre los jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es la principal causa de muerte no natural, y las tentativas de suicidio en esta población han aumentado un 250 por ciento en 2020.
•  Según datos de la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada 100 muertes en el mundo es por suicidio, siendo una de las principales causas de deceso en todo el planeta.
• El Observatorio del Suicidio en España apunta que las muertes por suicidio duplican ya las de los accidentes de tráfico, multiplican por 13 los homicidios y por 67 la violencia de género.

Unos datos que son escalofriantes, y que necesitan una reacción social para que puedan disminuir notablemente. Los dirigentes políticos tienen la llave para poder conseguir que disminuyan estos datos, la sociedad tenemos que reivindicarlo por las personas que se han suicidado, por los suicidios que se pueden prevenir, por los supervivientes del suicidio y por nosotros como sociedad, por nosotros unidos en el complicado reto que conlleva disminuir las cifras del suicidio por la complejidad de las situaciones y factores que influyen en que una persona decida suicidarse.

Los datos ponen de manifiesto que la sociedad necesitamos herramientas y estrategias de prevención ante un grave problema de atención pública.

Se ha estimado que, al momento del suicidio —incluidos los intentos del mismo—, en más del 90 % de los casos existía la presencia de alguna enfermedad mental, de entre estos, en un 27 % concurrían problemas importantes con el alcohol o las drogas.

Necesitamos implantar medidas para poder prevenir el suicidio y en este artículo vamos a hacer referencia a dichas medidas en el contexto de la Salud Mental dado el elevado porcentaje de suicidios relacionados con alguna enfermedad mental.

Por supuesto hay otros motivos por los que una persona decide suicidarse y es importante que los expertos en la materia aborden también este tema. En ocasiones el modelo social actual puede ser el causante en las personas más desfavorecidas. Pero el denominador común tiene relación con la desesperanza. ¡Qué importante es mantener la esperanza!

Por lo que respecta a las personas que presentan problemas de salud mental, se deberían abordar varias medidas encaminadas a reducir las muertes por suicidio:

• Mayor dotación de recursos humanos y estructurales en Salud Mental. Si existe mucha lista de espera para recibir atención sanitaria o socio-sanitaria y para poder realizar el seguimiento clínico, la esperanza en poder mejorar y la construcción del vínculo terapéutico se pueden ver dificultados. Precisamos atención a las personas que lo precisan en tiempo y forma adecuados a las guías clínicas y a los protocolos asistenciales. No se pueden abordar situaciones complejas sin dotación de medios adecuados para poder resolverlas.
• Compromiso por parte de los profesionales. No sólo precisamos mayor dotación de recursos, también necesitamos vocación de servicio público. La sanidad pública es una empresa de toda la sociedad, de todas las personas y necesitamos respetarla y cuidarla entre todos. Por un lado los profesionales clínicos y también los equipos directivos que deben velar por el cumplimiento de las funciones del personal que tienen a cargo. Porque de lo contrario, de nada servirá aumentar la dotación de recursos, no se conseguirá el objetivo necesario de la calidad de la atención sanitaria. Los dirigentes tienen una gran responsabilidad y deben llevarla a cabo.
• Compromiso social. Necesario para lograr estabilidad personal. Porque de que le servirá a una persona adherirse a la medicación pautada si sufre estrés importante porque tiene problemas económicos, sociales, … a diario. Si presenta una vulnerabilidad para enfermar y el estrés mantenido puede ser un detonante para la recaída en su enfermedad, necesitará ayuda también a nivel social. Pero hablamos de una ayuda digna. Hablamos de dignificar a la persona, de ofrecerle ayuda para que pueda subsistir. De lo contrario, no estamos cubriendo su necesidad de ayuda.
• Campañas de Psicoeducación. Puede realizarse a varios niveles:
  • En las escuelas. Necesitamos una generación que pueda romper con los tabúes, con la ocultación y con el miedo de todo lo relacionado con la Salud Mental. Necesitamos que los jóvenes puedan vivenciar con naturalidad, con espontaneidad, integrado en el contexto social todo lo relacionado con las enfermedades mentales y de esa forma ir enterrando para siempre el estigma, que hoy en día tanto daño sigue haciendo.
  • En la sociedad. Nadie debería quedarse sin recibir ayuda si presenta ideas de suicidio por miedo a que le tachen de “loco” o a que se alejen de él,… Y las políticas sanitarias deben aperturar a la sociedad todo lo relacionado con el suicidio porque por ocultarlo ni va a dejar de ocurrir ni va a minimizarse. Necesitamos conseguir que una persona que tengas ideas suicidas pueda pedir ayuda a sus familiares, a sus amigos, a su entorno, … sin tener que avergonzarse por ello. Es esa ayuda la que puede lograr que siga viviendo.
  • En los medios de comunicación. Hay que lograr que todo lo relacionado con las enfermedades mentales, incluido el suicidio, deje de estar inserto en el morbo social y de una vez se puedan abordar estos temas con la sensibilidad, con la dignificación y con el respeto que merecen.

Porque no cabe duda que una persona que se suicida previamente habrá experimentado un sufrimiento mental y emocional muy intenso y merece nuestro máximo respeto. Y además hay muchos duelos que son muy complicados de sobrellevar pero el de los supervivientes del suicidio, los familiares y las personas de su entorno, en la mayoría de las ocasiones es especialmente complejo por los sentimientos de culpa y por los autorreproches constantes al pensar que más podrían haber hecho para evitarlo. Por tanto, ya está bien de superficialidad y de morbo para tratar estos temas. Necesitamos altura de miras para poder abordarlos. Necesitamos sensibilización y empatía. Y si nada de eso nos estremece, también podemos pensar que en el futuro podemos ser nosotros quienes nos suicidemos o quienes seamos supervivientes del suicidio. ¿Ahora se entiende mejor?, ¿En ese caso nos gustaría que nos tratasen con respeto y con sensibilidad?

Y necesitamos prevención para evitar que sigan ocurriendo. Y para lograr la prevención necesitamos dejar de mirar para otro lado e implantar medidas eficaces para llevarlo a cabo. Las políticas sanitarias deben encaminarse urgentemente a tal fin.

Publicado el 14 de septiembre de 2022

Autor del texto: Alberto Gadea Soler
Autora de la portada: Susana Berrocal Montes