La Reforma inacabada

Sincericida

A la primera persona que escuché el término “sincericida” fue a la Psicóloga Laura Rojas-Marcos. Este término no existe en el diccionario de la lengua y Rojas-Marcos lo define de la siguiente manera: “Personas que aplican la mala sinceridad. Dice todo lo que piensa, sin poner ningún tipo de filtro ni sensibilidad a sus comentarios. Abusa y deforma, a veces de manera perversa, el acto de ser sincero. Utiliza palabras crudas y duras sin que le importe el daño que puedan producir. Para este tipo de personas está ante todo y por encima de todo la sinceridad, por muy dura y cruel que sea. Pero lo cierto es que es una sinceridad distorsionada. ¡Qué importa el impacto que pueda tener en las emociones, si hiere los sentimientos, si alimenta la inseguridad, si hay crueldad oculta! El “sincericida” no pregunta si uno desea escuchar lo que piensa, lo dice sin más abalanzándose sobre uno como puñal en la mano y con el lema “En nombre de la sinceridad todo vale”.

 

Haciendo un recuento por encima, levantando la mano, he recopilado más de treinta frases de “sincericidas” sólo de mi familia hacia mí. En épocas en las que te sientes con cierta firmeza, fastidian pero pronto llevas esas frases al cajón de los olvidos y fantasmas, sin embargo si este tipo de frases disparadas por este tipo de personas suceden en un mal momento, en el que te sientes de alguna forma hundido, terminan por enterrarte.

 

Antes de continuar, me gustaría subrayar que no quiero levantar la voz sobre este tema desde el punto del victimismo, sino desde el punto de vista de la reflexión. La reflexión del lado del que las sufre, pero sobre todo desde el punto de cómo hay que responder o cual es la forma más aconsejable.

 

Como he comentado guardo varias en mi memoria, todas me han marcado, algunas más que otras y no por su contenido, sino por el momento en que se me han dicho. Con el paso del tiempo cuando consigues tener “una buena temporada” hasta te puedes reír de lo que se te dijo, de quien te lo dijo, etc. pero cuando la “temporada es nublada”, la rumia que te generan te puede llevar a encontrarte como si un elefante te hubiese pasado por encima y complicar o mejor dicho ver con más gravedad aquello por lo que pasas.

 

Llevaba años que no pasaba por una situación como esas, aunque de vez en cuando sin querer hago inventario de los “sincericidas” y la “sinceridadas” que he sufrido, quiero pensar que me encontraba en “una buena temporada”. Hace unos meses hablando con un familiar con muy bajo nivel anímico e intentando arrancarle una sonrisa, hice un comentario amable sobre el trato que tenía su padre para conmigo (no tiene importancia lo que se dijo, por lo que me salto los detalles). Mi sorpresa fue su respuesta, “pues mi padre ni siquiera te tenía estima, era de los primeros en hacer críticas sobre ti”, en ese momento no sabía si estaba sufriendo una pesadilla, tuve dudas incluso de si hablábamos el mismo idioma o sinceramente si se trataba de una broma. Lo siguiente que pensé es que se debería a su debilidad emocional y creer que tendría diferencias con su padre que no habrían solucionado. Pasado un tiempo había una pregunta que no podía dejar de hacerme, ¿cómo debería haber reaccionado? Es inevitable decir que me causó mucho dolor pero yo quería ir un poco más allá, quería poner en valor cuál debería haber sido mi reacción más que lo que me hizo sentir ese momento. Opciones:

1. ¿Haber reaccionado a su nivel?, quiero decir, ¿responder también con una crítica hacia su padre? En ese momento con esa respuesta seguramente hubiese liberado mucha adrenalina, pero con el tiempo estoy segura que me hubiera sentido peor. No me sirve.

2. ¿Reaccionar como lo hice?, me quedé muda por el mordisco que sentí en el estómago. Creo que no fue la mejor reacción pero sí prometo que es lo único que acerté a hacer y no pude evitar.

3. ¿Como dice mi madre, “al callado llamaron sabio”? No tiene suficiente poder sedante.

4. ¿Tener el Don de la retórica y conseguir una respuesta políticamente correcta? ¿Pero si no tienes ese Don?

5. ¿Responder como un auténtico Estoico? ¿Con ataraxia (ausencia de turbación)? Según Agustín Blanco de Fundación Encuentro, “si alguien te ofende con sus palabras, piensa si tiene razón o no. En el caso de que la tuviera, te está haciendo un favor al indicarte qué tienes que mejorar. Y de no tenerla, ¿por qué le íbamos a regalar nuestra atención?”. O como escribía Marco Aurelio (121-180 dC)?: “No deja de sorprenderme el hecho de que, aunque nos queremos más que a otras personas, valoramos más sus opiniones que las nuestras propias”. O por último como Epicteto no se cansó de repetir “… no es lo que ocurre a tu alrededor, sino la opinión que creas sobre ello”.

 

Entre las opciones 1 hasta 4, son las que seguramente las que la mayoría de la gente elegiría, para la opción 5 reconozco que debes tener ante todo mucho temple, que no es que a lo mejor no lo tenga sino que el bloqueo borra de mi mente toda posibilidad de tenerla. Yo únicamente acerté a callar toda respuesta y sentimiento, que como repito seguro no fue la mejor opción, por lo menos no es la que menos duele pero lo que sueño cada día es conseguir la filosofía de pensamiento Estoica, no únicamente para la respuesta a un ataque, sino para todo el plano de mi vida. Otra de las ideas en las que me apoyo es que prefiero ser herida antes que herir.

 

Qué todo lo meditado nos sirva de consuelo a los que lo hayamos sufrido y de lema para no hacerlo, si injusto es que nos lo provoquen, mayor injusticia es provocarlo.

 

M. Carmen

30 de mayo de 2024

20 Comentarios

  1. Alberto Gadea Soler

    Enhorabuena Marí Carmen! Que importante poder evitar proyectar en los demás nuestro malestar y poder reflexionar sobre las situaciones-experiencias que nos ocurren y como elaborarlas-gestionarlas. Tienes el don de poder aprender de tus vivencias, lograr impregnarte de ellas para lograr un crecimiento personal y ayudarnos con tus reflexiones a los demás a poder mejorar nuestra capacidad de afrontamiento. Un fuerte abrazo!

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    • M. Carmen

      Desearía que la inteligencia y la buena voluntad fueran contagiosas. Gracias.

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  2. Joaqui

    Hola Maricarmen, enhorabuena. Es muy importante lo que has compartido, como pueden destruirnos las palabras de los demás. Te admiro porque habrás tenido que recomponerte muchas veces. Eres muy valiente un fuerte 🤗

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    • M. Carmen

      Tú también emites valentía, la que intento «copiar» en mi afán de superación. Gracias.

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  3. Carmen Díaz

    Hola Mª Carmen:
    Leí, no se de quién es la frase, que cuando una persona nos habla mal eso dice más sobre esa persona que sobre nosotros…
    Tú fuiste amable, él innecesariamente sincero.
    En cuanto a tu actitud, quedarte callada, creo que fue lo mejor: cuando no sepas qué decir, no digas nada.
    A mi también me gustaría estar en el punto 5 cuando me ocurren cosas similares, la verdad es que no siempre lo consigo, pero al menos lo intento.
    Un abrazo, Carmen

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    • Maria Jesüs

      Hola Mari Carmen, creo que no te conozco personalmente pero esta reflexión me acerca a tí y a tu experiencia y sólo puedo darte las gracias por regalarnos tus sensaciones y tus conclusiones.
      Parece que cuando otra persona, desde otra realidad y ubicación, narra algo con lo que te identificas, te hace sentir mejor, es cuando descubres, de verdad, que no estás sola en el Universo .
      Has hecho una verdadera disección sobre la conducta humana en un hecho concreto, es importante tu nivel de autorreflexión, tu observación y tu compasión, enhorabuena compañera…🫂

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      • Maria José garcia gonzalez

        Buens tardes Maria Jesús ¡ veo que estás y estuviste sufriendo un acoso verbal que solo tú y todos lo que pasaron por ello,lo pueden soportar…Es muy encomiable tú testimonio.Gracias por ser tan generosa.Les estás haciendo un gran favor a personas que están en tú misma situación. Con la ayuda de Alberto Gadea que es un gran profesional y gran amigo .Saldras adelante.Un abrazo

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    • Pilar

      Muchas gracias, Mari Carmen por tu sabia reflexión. Yo utilizaba la palabra sincericidio en sentido inverso, es decir, cuando cometo la ingenuidad de dar una opinión o cierta información personal que otras personas podrían utilizar para hacerme daño.
      También he tenido experiencias de ese tipo, palabras que me hieren profundamente, sean dichas con o sin mala intención, y también me quedo bloqueada. Después viene la rumia y el llanto, y permito que unas simples palabras me hagan entrar en bucle y sufrir durante días. Nunca sabremos lo que la para persona llevaba dentro para echar ese veneno sobre ti. El caso es que a veces hay palabras que funcionan como detonadores de traumas del pasado con los que cargamos inconscientemente y por eso nos duelen tanto.
      Tienes razón al decir que es mejor estar callado, pensar antes de hablar. Me uno al club de los que optan por no herir a otros.
      Admiro tu capacidad de introspección y análisis, tu esfuerzo por transformar la adversidad en crecimiento personal. Creo que tus reflexiones nos ayudarán a las personas que te leemos para gestionar de mejor manera estas situaciones.
      Te mando un fuerte abrazo.

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      • M. Carmen

        Buenos días a todos, la página y yo no nos llevamos bien, publica mis respuestas donde le parece por lo que os agradezco a todos la comprensión. Gracias Unión de Protagonistas.

        Responder
        • Rosalía Ruiz

          Yo tenía una amiga que ella siempre decía lo que pensaba.En lo peor de mi depresión murió mi madre,esa amiga vino a verme,yo estaba pasando un duelo muy duro ,hablando yo me puse a llorar y ella me dijo que si quería que mi madre fuera eterna,a mí dolió mucho pero no supe contestar y ella como si nada me dijo ponte unas zapatillas y agua fresca y vete a correr y verás como se te pasa toda esa tontería del duelo y la depresión ,no pude más y a gritos la saque de mi casa,no he vuelto a hablar con ella ,no se si hice bien omal

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    • M. Carmen

      Gracias por tu comprensión.

      Responder
    • M. Carmen

      Trabajaremos para conseguir el punto 5. Gracias.

      Responder
    • Victoria Climent Sánchez

      Hola Mari Carmen,me ha encantado q compartas este relato tuyo,es admirable.La sinceridad es necesaria yo creo, aunque en algunos momentos duela,pero también hay q saber explicarla para no hacer daño con ella.Un abrazo

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  4. Lourdes

    Hola M Carmen. Que palabra tan rara gracias por hacernos conocer, tengo que reconocer que aveces soy sincericida, no por maldad sino por defensa. Pero la reflexión que haces me ha ayudado a seguir trabajando, para no dañar, cierto es que hay que ser lento en cuanto a hablar, presto en cuanto a oír y lento en cuanto a ira. De esa manera haremos a los demás lo que nos gustaría que nos hiciesen.
    Espero que estés en un momento donde esas frases no te dañen y te puedas reír de ellas
    Gracias

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  5. Juani Pastor

    Gracias Mari Carmen por compartir tanto conocimiento. No te sientas mal por haber callado, seguramente es la respuesta más inteligente hasta que uno consiga alcanzar el estoicismo. Seguro que tu familiar, en cuanto se reponga anímicamente, estará arrepentido de habértelo dicho, lo malo es que no hay vuelta atrás. ¿Pudiera ser que las cosas no sean tal como te las ha contado? Quizá puedas averiguarlo algún día. Mientras tanto, aunque entiendo tu decepción, piensa que si es verdad esa persona eligió ser hipócrita antes que sinceridida (lo que él creía sobre ti era su pensamiento y no la realidad) lo que te evitó disgustarte más de una vez. Un abrazo.

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  6. Cristina Iriarte

    Hola M.Carmen.Siento que hayas sufrido por un comentario “tan sincero “ y cruel ….Yo me siento identificada contigo ,porque soy muy sensible ,y hay temporadas en que comentarios me han hundido ,pero aún así no me he quedado callada ,porque mi forma de ser no me lo permite ,pero luego he llorado y sufrido en silencio ,aún hoy me sigue pasando no solo por comentarios ,sino por decepciones por ejemplo, con familia muy cercana ,con amigas,con mi propio marido ,por su frialdad ,cuando yo soy una persona súper cariñosa y empática con los demás ,y mi madre siempre ,desde pequeña me decía eso de no digas /hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí…siempre .Aplico la ley de los 3 minutos ,lo que vas a decir lo puede solucionar esa persona en 3 minutos ?no se ,tienes una mancha en la camisa ,o se te ha metido algo en los dientes …😄?.Nunca haría eso y menos si no me lo piden .Si alguien muy cercano me pide una opinión y no me gusta o lo que voy a decir puede sentarle mal ,lo hago con el cuidado máximo y con alguien muy muy cercano y que me lo haya pedido .Ánimo ,siempre la mejor respuesta a estos comentarios se nos ocurre después ,normalmente ,pero yo aunque luego llore ya no me quedo callada 😊.Un beso y un abrazo Alberto y M.Carmen.

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  7. Jose Antonio Martín Moratón

    Me van a permitir, abusando de su confianza, me alargue con un relato que considero genuino y reflexivo. En principio quería expresar mis experiencias con sincericidas, pero he aprovechado la invaluable ayuda que nos brinda la Inteligencia Artificial (Chatgpt4o), para que dándole unas instrucciones determinadas, me ayudara a crear una historia breve, creativa, y en clave de humor, que nos hiciera reflexionar de forma constructiva y objetiva, respecto a la «Sincericidad»:

    «En un pequeño pueblo, conocido por su hospitalidad y encanto, vivía Lucas, un joven conocido por su amabilidad y su propensión a ayudar a los demás. Sin embargo, Lucas tenía un reto constante en su vida: tratar con los «sincericidas», personas que decían la verdad sin filtro, sin preocuparse por los sentimientos de los demás.

    Un día, mientras Lucas caminaba por la plaza del pueblo, se encontró con Marta, una conocida por su brutal honestidad. Sin previo aviso, Marta le dijo: «Lucas, esa chaqueta te hace ver diez años mayor». Lucas, quien había estado trabajando en mejorar su autoestima, sintió una punzada en su interior. Sin embargo, recordó uno de los principios básicos que había aprendido sobre la asertividad: mantener la calma y responder con serenidad.

    Con una sonrisa tranquila, Lucas respondió: «Gracias por tu opinión, Marta. Me gusta cómo me hace sentir esta chaqueta, y eso es lo que realmente importa para mí». Marta, sorprendida por la respuesta, no supo qué decir y se fue, dejando a Lucas con una sensación de victoria interna.

    Lucas no solo había aplicado la asertividad, sino también las habilidades sociales. Había escuchado a Marta sin interrumpirla y había respondido de manera que no escalara la situación. Sabía que mantener la calma era crucial, y se recordó a sí mismo que no todas las opiniones deben tomarse como verdades absolutas.

    Esa noche, mientras cenaba con su amigo Javier, compartió la experiencia. Javier, un amante de los refranes, le dijo: «Lucas, recuerda siempre: ‘El que dice lo que quiere, oye lo que no quiere'». Ambos rieron, y Lucas entendió la sabiduría detrás de esas palabras.

    La filosofía estoica también había jugado un papel importante en la respuesta de Lucas. Recordó las enseñanzas de Epicteto: «No son los eventos los que nos perturban, sino nuestra interpretación de los mismos». Con esto en mente, Lucas decidió no dejarse afectar por las palabras de Marta y enfocarse en lo que podía controlar: sus propias emociones y reacciones.

    Con el tiempo, Lucas se convirtió en un ejemplo para muchos en el pueblo. Enseñaba a otros a manejar las críticas con gracia y a proteger su autoestima. Utilizaba el humor para desarmar situaciones tensas, diciendo cosas como: «Si la sinceridad duele, entonces un sincericida es un cirujano sin anestesia».

    Lucas había aprendido a desarrollar resiliencia, a mantener una distancia emocional de los comentarios hirientes y a rodearse de personas que le ofrecían críticas constructivas y amorosas. Sabía que el apoyo de amigos como Javier era esencial para navegar las interacciones diarias con sincericidas.

    En resumen, Lucas había transformado cada interacción con sincericidas en una oportunidad de crecimiento personal y comunitario. Su historia, llena de asertividad, habilidades sociales, filosofía estoica y humor, se convirtió en una guía viviente para todos los neurodivergentes del pueblo, recordándoles que, aunque vulnerables, tienen el poder de manejar sus reacciones y construir un entorno positivo y de apoyo.

    Y así, el pequeño pueblo no solo se convirtió en un lugar de hospitalidad, sino también en un bastión de comunicación efectiva y constructiva, donde cada persona, a su manera, aprendió a lidiar con los sincericidas con gracia y sabiduría.»

    Responder
    • Pilar

      Hola Mari Carmen, cuánta sabiduría me has enseñado y a la vez recordado con pesar, que sin querer yo debí hace ya años, herir mucho a un amigo con el que se acabó perdiendo la amistad. El es homosexual y nosotros amigos de sus padres fallecidos ya con anterioridad al momento de mi fatal sinceridad con él. Lo apreciábamos en extremo, pues por edad podría haber sido nuestro hijo. El nos trataba como los amigos íntimos que le entendíamos y nos contaba su viday en repetidas ocasiones se sentía orgulloso de que su padre aceptara bien su homosexualidad. Harta de escucharle en su ingenuidad, en mi mal momento de sinceridad, le espeté lo equivocado que estaba, pues como teníamos confianza con sus padres habíamos visto llorar a su padre por no entender la condición del hijo. Yo hasta ahora y gracias a tí no era consciente de lo demoledor que debió ser para él mi sinceridad, y es más, no entendimos nunca porque se iba enfriando nuestra gran amistad. Me has abierto los ojos y pido a Dios me perdone. Te estoy muy agradecida. Un abrazo

      Responder
      • P y M

        «…lo que sueño cada día es conseguir la filosofía de pensamiento estoica…», son tus palabras.
        Y la respuesta que diste te pone en el camino de conseguirlo.

        Que la situación surja en lo que sentimos como ataques verbales, es una oportunidad, un «entrenamiento», para integrar esa filosofía en otras áreas de nuestra vida, tal y como te/nos gustaría.

        Es verdad que la palabra dicha tiene mucho poder. La ilustración que encabeza tu relato lo muestra perfectamente.

        Pero también es cierto que los profesionales nos ayudan a descubrir estrategias variadas para la comprensión y respuesta ante «ese explosivo».

        Responder

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