Vivimos un momento muy delicado en Salud Mental, cada vez más delicado.
Vivimos un momento de mucha mayor demanda asistencial en Salud Mental y por una simple ecuación matemática si hay mayor demanda y no se aumenta la ratio de profesionales se genera menor tiempo de atención.
Se genera mayor lista de espera y mayor tiempo de espera entre consultas.
Se genera una atención “más rápida”, con tendencia más conservadora, posiblemente manteniendo más tiempo la medicación al tener menos tiempo para atender a la persona con sufrimiento psíquico.
Se genera, en definitiva, una psiquiatrización contextual basada en una visión represora, biologicista y reduccionista, donde los elementos se formulan en un diagnóstico basado en síntomas de un manual al uso y tratable con los psicofármacos, acalladores a veces de síntomas, que en ocasiones se utilizan desde la sobremedicación, desde la vuelta de tuerca para seguir con unas medidas que no son la solución, y que favorecen el malestar, el aislamiento y el estigma.
Hablamos con frecuencia de diversidad, pero vivimos instalados en la sociedad normativa, donde no aceptamos las diferencias y las combatimos.
Sin duda esta situación que vivimos actualmente afecta sobre todo a las personas con sufrimiento psíquico y a sus familiares, pero también afecta a unos profesionales que no compartimos la visión represora.
Hay personas que pensamos que el sufrimiento psíquico no es una rareza sin igual, entendemos que es inherente a la condición humana, que todas las personas podemos vislumbrarlo en primera persona en ciertos momentos de nuestra vida y que sólo acallarlo con los antipsicóticos no favorece ni la recuperación ni la prevención de recaídas.
Muchas veces no hay una clara frontera entre la mal llamada locura y la normalidad, relatada como tal por una sociedad que puede cambiar las bases de esa llamada normalidad según las épocas.
En todo caso, es seguro que la curación no se producirá sólo acallándola con la represión silenciosa, sino acercándonos a la persona, acercándonos al sufrimiento, evitando en todo momento actitudes paternalistas e infantilizadoras y buscando la autonomía de la persona.
Ese es el camino. Pero desgraciadamente estamos volviendo al camino inverso, al camino de medicar y no escuchar, al camino de cosificar. Se han cerrado los manicomios, pero poco, muy poco más se ha avanzado. Se “dibujan” unos estupendos planes de salud mental que no se pueden llevar a cabo con los recursos existentes y por tanto están abocados al fracaso antes de editarlos. No se entiende esta notable disociación entre los planes y los resultados, porque los planes deben ir acompañados de los medios para poder llevarlos a cabo. Paradojas.
La psiquiatría está en constante crisis. Cuantos cambios, cuantos modelos, cuantos paradigmas, … cuantos. Hasta una psiquiatría y lo que denominaron antipsiquiatría los ortodoxos.
Podemos estar en acuerdo o en desacuerdo con los planteamientos, pero con lo que es necesario estar de acuerdo es que el trato y el tratamiento lo abordamos con personas que sufren y que necesitan mejorar. Y muchas veces acallar los síntomas con megadosis de fármacos favorece otro sufrimiento, el de unos efectos secundarios que dificultan a la persona su movimiento, su pensamiento y a veces hasta sentirse persona.
Necesitamos cambios. Necesitamos en las personas con sufrimiento psíquico un sentimiento de esperanza. Y los profesionales que no compartimos el modelo reduccionista imperante necesitamos poder volver a ilusionarnos con el propósito de no parchear y si ayudar a lograr la recuperación.
Necesitamos que, en los estudios, en las facultades, en los hospitales, … se continúen enseñando las bases teóricas y prácticas para lograr una buena formación en Salud Mental. Pero también necesitamos que, en los estudios, en las facultades, en los hospitales, … se enseñe que podemos desaprender para volver a aprender:
- Para aprender que las personas con sufrimiento psíquico y sus familiares pueden enseñarnos también mucho, pueden enseñarnos desde su saber por la experiencia, en primera persona, por lo que han vivido.
- Para aprender que para poder ser profesionales sanitarios también debemos lograr humanizar nuestro quehacer diario, necesitamos mirar con los ojos del amor, necesitamos poder dar la mano de la esperanza, necesitamos poder tratar como querríamos que nos tratasen en caso de estar en su situación.
Ojalá podamos lograr un trato humanizado y aprender de las personas que han vivido la experiencia del sufrimiento psíquico.
Con esas premisas, uniendo el saber profesional, el saber experiencial y un trato humanizado, lograremos poder ayudar a la persona. Abordar la ayuda a la persona desde las parcelas biológica, psicológica y social con la cual podremos luchar contra el estigma y lograr la integración social.
Volver a sentirse personas, aumentar la autoestima, creer en si mismos y no sólo acallar síntomas.
Seguiremos intentándolo … con unos propósitos reales, propósitos para conseguir lograr la Recuperación de la persona, propósitos de Vida.
Ojalá dichos propósitos puedan haberse conseguido los próximos 10 de octubre.
Publicado el 10 de octubre de 2025
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